miércoles, 4 de agosto de 2010

Merde

Creo que no hay pocas cosas despreciables. Una es ella. Porque motivo no la vi, no lo sé. Pero se posa sobre la planta de mi zapato como un bebe se prende a la teta de su madre. No lo suelta. Y me acompaña hasta que decididamente lo quiero sacar. Motiva la desicion, el mal olor, las huellas que dejo al pasar (casi como si estuviera caminando por la nieve), y la pulcredad que la sociedad piensa es la correcta (en estos momentos estoy odiando a la Sociedad Argentina de Higiene por sus buenos consejos)... seria mas facil dejarlo asi y que lo limpie Magoya o solamente desaparezca porque ya no tiene mas leche que tomar.

Cuestion; agarro un palito y le doy duro y parejo para que se marche. Nada, la mayor parte queda ahi. Pensé en tirarle agua caliente como se hace para separar a los perros (es con agua caliente, verdad?), pero no tenia ni agua a mano, no jarro, ni tampoco donde hervir. Pienso en encontrar un poco de pasto. Tal vez con eso se vaya. Pero cuesta encontrar un poco de verde en mi trayecto por la ciudad. Ya esta. Tengo la solucion. Agua del cordon de la vereda y despues a raspar sin cesar contra las baldosas del suelo. Lo hago. El encargado del edificio sobre el que paré para realizar mi proeza, no me mira con cara de muchos amigos. De todas maneras sigo con mi ardua tarea de deshacerme de ella. Como dije, esta sumamente prendido. Me fijo y salio casi todo pero algunos pedazos casi con vida siguen ahi.

Miro el reloj y estoy sobre la hora. Que linda manera de comenzar el dia.

Soy de los ultimos en llegar a la reunion. Al cabo de un minuto, todos empiezan a mirarse. Y luego de otro minuto mas, me miran todos a mi con cara de culpabilidad y fruncen la nariz.

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